El arte es atraparte. El arte es amar y odiar; todo a la vez. De a una cosa por vez.
Las cosas están para saberlas y quererlas, como para también entenderlas y conocerlas, dentro de montones de agonías incandescentes y monótonas pláticas sobre cómo vivir en plena armonía y libertad. Lejos de los enunciados explanantes, traemos a replicar página por página cada libro que ha sido leído en cada río, a la luz de la Luna.
Los libros son la luz que destruye todo a su paso pero, tratando de conceder hábitos de sabiduría para todos los presentes y no presentes, tanto en la Luna como en la Tierra.
Los textos son tan graciosos que no me dan risa; son tan inteligentes que no le encuentro la brillantez. Son tan altos que ni los veo en el suelo.
Eliminar los mitos es una sana tarea que hay que realizar día por día: todo el mundo puede hacer muchas cosas. La solemnidad es para necios o soberbios. Los textos largos son para personas
que pasan más de un segundo de su vida en vida. La locura es para los cuerdos. El mundo es para los genios: todos son genios.